La sanación de muchas mujeres que han sufrido mutilación genital no empieza ni termina en un quirófano. Empieza mucho antes, cuando logran nombrar lo que vivieron y entienden que fue una vulneración de sus derechos. Y continúa después, en cada conversación, en cada cita médica, en cada gesto de cuidado que reciben. Quienes las acompañan — un equipo multidisciplinar de ginecólogas, psicólogos, enfermeras y mediadoras culturales— tejen una red de confianza donde muchas mujeres, por primera vez, se sienten vistas, escuchadas y respetadas. La intervención médica abre la puerta, pero es el acompañamiento psicológico el que guía el camino para empoderarse de las decisiones sobre su propio cuerpo. Y en ese trayecto, el compromiso del personal sanitario es vital.
Hoy, 28 de mayo, Día Mundial de Acción por la Salud de las Mujeres, conversamos con Mar Ramírez, ginecóloga especializada en cirugía de reconstrucción de clítoris, y con Felipe Hurtado, psicólogo experto en salud sexual. Ambos son miembros de la unidad multidisciplinar del Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia que acompaña a estas mujeres en un proceso complejo y valiente. A través de su testimonio, conocemos las heridas -físicas y psicológicas- que deja la mutilación, los obstáculos que aún enfrentan estas mujeres, y sobre todo, el poder transformador de una atención sanitaria que escucha, acompaña, cuida y repara.
ENTREVISTA A MAR RAMÍREZ
1. Mar, para empezar… ¿Cómo llegaste a involucrarte en un tipo de cirugía tan particular como es la reconstrucción del clítoris?
Cuando llegué a trabajar al Hospital Universitario Doctor Peset y supe que existía esta unidad, me pareció muy interesante. Aunque en realidad es una labor asistencial pequeña, dentro de nuestra actividad diaria, porque el volumen de pacientes a las que atendemos es relativamente bajo, pensé que podía aportar. Junto con otras compañeras nos centramos en la parte quirúrgica para buscar estrategias que pudieran mejorar este proceso y monitorizar también los resultados junto con las pacientes.
2. Para quienes no estén familiarizados con esta problemática, ¿nos podrías explicar en qué consiste esta cirugía y qué busca?
Para las mujeres que presentan defectos anatómicos importantes como consecuencia de la mutilación, los cuales pueden impedirles, por ejemplo, mantener relaciones sexuales, tener un parto vaginal o incluso causar molestias al orinar o defecar, nuestro objetivo es corregir todas las secuelas derivadas de la cicatrización mediante una restauración anatómica, pero, sobre todo, funcional. Lo que buscamos es mejorar las funciones afectadas y eliminar las molestias que interfieren en su vida diaria.
Para las mujeres que no presentan dolor ni problemas físicos, pero desean recuperar, en la medida de lo posible, lo que les fue arrebatado en contra de su voluntad —muchas veces cuando eran bebés o niñas pequeñas—, nuestro objetivo es realizar una restauración anatómica que les permita reconocerse corporalmente y avanzar en la recuperación de su función sexual.
3. Imaginamos que no es una decisión fácil para las mujeres que se lo plantean. ¿Cómo es ese camino hasta llegar al quirófano? ¿Qué tienen que trabajar antes de operarse, tanto en lo físico como en lo emocional?
Es fundamental que ellas se sientan preparadas, que tomen conciencia de que todo lo que han vivido no es algo normal. Algunas piensan que es lo que toda mujer debe atravesar, simplemente porque es lo único que han conocido. Por eso, el primer paso es que comprendan que no es normal lo que les ha pasado y que existen relaciones de pareja sanas, basadas en el disfrute mutuo y la complicidad. Solo cuando asimilan lo que se les ha hecho y están emocionalmente listas, consideramos que pueden pasar por el quirófano. El trabajo psicológico previo es fundamental; sin él, no indicamos cirugía a ninguna paciente, porque no tendría éxito.
“Si no abordamos primero ese aspecto emocional y psicológico, da igual la cirugía que hagamos que va a ser completamente imposible mejorar la situación”
4. ¿Y qué suele pasar después? ¿Qué te cuentan las pacientes cando ya han pasado unas semanas o unos meses desde la operación?
La verdad es que todas están muy contentas. Incluso muchas que no han recuperado completamente la función sexual o que aún no experimentan orgasmos se sienten bien consigo mismas. Además, la cirugía tiene una recuperación relativamente rápida y buena, lo que también influye positivamente en la satisfacción.
Para ellas, someterse a la cirugía representa tomar el control de su cuerpo y de sus decisiones, algo que muchas nunca habían podido hacer. Muchas han sido casadas a la fuerza, les han impuesto dónde vivir, se les ha prohibido trabajar o incluso aprender el idioma del país en el que ahora residen. Y, de pronto, esta es una decisión que han tomado por sí mismas. Se han atrevido, lo han logrado, y el resultado ha sido positivo.
5. Más allá de lo físico, ¿cómo cambia su relación con su cuerpo y con su sexualidad?
Es un proceso lento. La relación con su cuerpo, en general, mejora, porque ahora ven algo que antes no tenían. Lo notan, lo ven, y eso ya les produce una sensación positiva. Pero la parte relacionada con la sexualidad va mucho más despacio, es un proceso mucho más gradual. En ese aspecto, el papel de la pareja es fundamental. Por eso, es tan importante el nuevo programa que está empezando Aminata, donde se trabaja también con las parejas, porque involucrarlas es clave.

6. ¿Tienes alguna historia de alguna paciente cuya historia te haya impactado?
Recuerdo especialmente a una paciente que presentaba lo que llamamos una infibulación, es decir, el introito vaginal estaba completamente cerrado por las cicatrices de la mutilación. Esta mujer necesitaba una cirugía, independientemente del aspecto sexual, porque en esas condiciones las posibilidades de tener un coito vaginal o un parto eran muy malas.
Siempre que recibimos a una nueva paciente en consulta, le pedimos que nos cuente su historia. En este caso, cuando apenas había comenzado a hablar, la paciente se levantó y salió corriendo de la consulta. Intentamos contactar con ella de nuevo, pero lamentablemente fue captada otra vez por una red de trata, y desde entonces no hemos vuelto a saber nada más.
Esta historia refleja una realidad muy dura: la de muchas mujeres que no tienen la suerte de llegar al quirófano, que no pueden acceder al tratamiento ni contar con un entorno que las apoye lo suficiente para que puedan llegar hasta la operación.
7. En todo este proceso, no estás sola. Trabajas con nuestra compañera Aminata Soucko, mediadora cultural. ¿Qué papel juega ella en este acompañamiento tan delicado?
“El papel de Aminata es fundamental. Yo no concibo la unidad sin ella; para mí, es imposible imaginarla sin su presencia. Aminata es quien realmente puede comprender el mundo del que vienen nuestras pacientes. Por mucho que nosotros lo intentemos, no podemos entender completamente esa realidad. Ella sí”
Aminata sabe por qué se sienten mal, por qué se sienten bien, y además nos lo transmite a nosotras. Muchas veces hay una barrera idiomática, y aunque las pacientes quieren explicarnos lo que sienten, no pueden. Aminata actúa como puente: nos lo explica y traduce no sólo las palabras, sino también el contexto emocional y cultural. La confianza que las pacientes sienten al verla es increíble. Es como si vieran a una madre. Es el enlace perfecto entre ellas y el equipo médico. Yo no concibo que exista una unidad de reconstrucción sin una persona como Aminata.
8. También hay un psicólogo, enfermeras, otras profesionales… ¿Cómo se construye ese trabajo en equipo para que la mujer se sienta realmente sostenida durante todo el proceso?
Creo que, al ser un grupo reducido de profesionales, es muy importante que las pacientes siempre vean a las mismas personas, porque esto les genera confianza y en un proceso tan delicado es fundamental. Nos ven en consulta, en quirófano, y también cuando participamos en charlas divulgativas donde les explicamos el trabajo que hacemos y cómo va a ser la operación.
9. ¿Sientes que en los últimos años se está hablando más del tema y que más mujeres están accediendo a esta información y buscando ayuda?
Creo que cada vez hay más ámbitos desde los que se detecta a estas pacientes y se les puede derivar a nuestra unidad. Darnos a conocer entre distintas áreas de la administración también es clave para que más mujeres puedan acceder a la atención que necesitan. Y que entre los profesionales sanitarios exista colaboración para compartir información y hacer una revisión conjunta de los casos.
10. ¿Qué te gustaría que la sociedad entendiera mejor sobre la mutilación genital y sobre estas mujeres? ¿Hay algo que creas que aún no estamos viendo o entendiendo del todo?
Te voy a contar una experiencia que tuve. Una vez dimos una charla divulgativa a un grupo de profesionales de distintos ámbitos. Estábamos explicando el trabajo que hacemos en la unidad, y una profesional intervino diciendo que le parecía increíble que se gastara dinero de la sanidad pública en “hacer clítoris nuevos”, cuando había otras necesidades que, según ella, eran más importantes.
Cuando escuchas este tipo de comentarios, especialmente viniendo de alguien que trabaja en el ámbito de la salud, te das cuenta de lo necesario que es un cambio de mentalidad. Primero, porque no se trata de una gran inversión económica: somos profesionales que ya estamos trabajando en el sistema sanitario, no se nos contrata exclusivamente para esto. Además, la cirugía se realiza con un uso mínimo de recursos, y el número de pacientes que atendemos es muy reducido.
Pero más allá de eso, lo que hacemos es apoyar a mujeres que no han tenido absolutamente ninguna oportunidad en sus países de origen, que han llegado aquí tras vivir situaciones profundamente traumáticas. Y esto es muy necesario.
11. Y para terminar, después de acompañar a tantas mujeres y escuchar tantas historias… ¿Qué has aprendido tú, como médica, pero también como mujer?
Yo he aprendido muchísimo, empezando por la propia cirugía. Aunque técnicamente sea una intervención sencilla, requiere un gran estudio y preparación. Este grupo de pacientes me ha enriquecido tanto a nivel profesional como personal, me han aportado muchísimo.
ENTREVISTA A FELIPE HURTADO
1. Felipe, ¿qué te motivó a enfocarte en casos tan delicados como el de mujeres que han sufrido mutilación genital femenina?
Yo llevo trabajando en salud sexual desde hace casi 30 años. Nos empezaron a llegar demandas de mujeres que estaban viviendo estas situaciones. Aunque al principio no estaba incluido en la cartera de servicios del sistema público, comenzamos con tareas de sensibilización, talleres… y con el tiempo se acabó formando un grupo de trabajo. Finalmente, la Conselleria de Sanitat decidió cumplir con las normativas internacionales que España ya había firmado, y en 2016 implantó en la Comunidad Valenciana el protocolo de atención sanitaria ante la mutilación genital femenina. Además, se creó una unidad específica, en la que trabajamos actualmente un equipo multidisciplinar: ginecólogas, matronas, auxiliares de enfermería y una trabajadora social.
2. Desde tu experiencia, ¿cuáles son las principales secuelas emocionales o psicológicas que puede dejar la mutilación genital en una mujer?
Por un lado, están las consecuencias directas de la mutilación genital. Si esta se realiza a una edad en la que la niña ya tiene recuerdos, puede generar un trastorno de estrés postraumático. A este primer trauma se suman otros. Por ejemplo, muchas de estas mujeres han sido sometidas a matrimonios forzosos, a menudo siendo todavía adolescentes o incluso niñas, cuando ni física ni emocionalmente estaban preparadas. Además, la sexualidad que ha vivido la mayoría ha sido no consentida, y por tanto, profundamente traumática con consecuencias como la ausencia de deseo o el dolor durante las relaciones.
A esto hay que añadir que muchas han tenido que huir de sus hogares, bien para escapar de los malos tratos, o para evitar ser obligadas a casarse. Durante ese proceso migratorio, algunas han caído en manos de redes de trata y han sido forzadas a ejercer la prostitución. Esta es la magnitud de los traumas psicológicos con los que muchas de estas mujeres llegan.
3. Muchas veces se habla del cuerpo, pero no tanto de lo que pasa en la mente. ¿Cómo afecta esto a la identidad, la autoestima o la manera de vivir la sexualidad?
Tienen una autoestima muy baja y niveles elevados de ansiedad. Cuando tienen pareja, muchas veces mantienen relaciones que no son satisfactorias e incluso en contextos donde puede haber dinámicas de maltrato. Muchas otras han dejado hijos en sus países de origen, por lo que sienten una presión económica constante para enviar dinero. Otras viven en viviendas de acogida, sin arraigo, lo que refuerza su sensación de soledad. Además, tienen mucho miedo respecto al futuro: si podrán encontrar trabajo, cómo desenvolverse… El idioma representa una gran barrera al principio, y hasta que logran aprenderlo, esa dificultad incrementa su inseguridad y aislamiento.En conjunto, todas estas circunstancias afectan profundamente a su salud mental y emocional.

4. Cuando una mujer decide someterse a la cirugía reconstructiva, ¿qué papel tiene el acompañamiento psicológico en ese proceso?
Lo primero que quiero señalar es que no todas las mujeres quieren someterse a la cirugía reconstructiva. Muchas veces tienen miedo al quirófano o a revivir el trauma.
“En los casos en que la paciente sí desea operarse, mi trabajo consiste en explicarle en qué consiste la cirugía, cuáles son los objetivos y qué se puede esperar del resultado. Es muy importante que tengan expectativas realistas. También abordamos sus miedos y trabajamos todas las consecuencias emocionales y físicas que puedan surgir”
Les explico que es una cirugía ambulatoria, sin ingreso hospitalario, con una recuperación rápida. Una vez que se ha curado la parte física, les explico que hay una segunda fase: la terapia, esencial para que puedan llegar a tener una sexualidad satisfactoria.
5. En todo este proceso, no estás solo. Trabajas con nuestra compañera Aminata Soucko, mediadora cultural. ¿Qué papel juega ella en este acompañamiento tan delicado?
El acompañamiento de Aminata en la unidad es fundamental. Su papel empieza desde el primer momento en que la mujer llega a consulta. Su presencia hace que la mujer se sienta más cómoda, especialmente porque vamos a hablar de un tema muy íntimo. Además, en mi caso particular, al ser hombre, es aún más importante su presencia, ya que ayuda a crear un ambiente de confianza y a relajar posibles tensiones. Por otro lado, Aminata también actúa como traductora cuando la paciente habla en francés o en bambara. Esto es clave para que podamos comunicarnos correctamente y para que la paciente entienda toda la información.
Además del acompañamiento en consulta, Aminata se encarga de recordarles las citas médicas y de asegurarse de que puedan asistir. Las acompaña a las revisiones ginecológicas tras la cirugía, y también les enseña cómo deben realizarse los cuidados postoperatorios.
6. ¿Hay un antes y un después a nivel emocional en las pacientes que pasan por la reconstrucción? ¿Cómo suelen describir ese cambio?
Bueno, en la mayoría de los casos, la cirugía tiene un buen resultado y no deja consecuencias negativas. Después de la cirugía, la mayoría de las mujeres se sienten más tranquilas y contentas. Saber que ahora tienen una parte de su cuerpo que antes no tenían —que les fue arrebatada— les genera que estén más contentas. Mejora significativamente su autoestima.
7. Por último, Felipe, si pudieras dejarles un mensaje a estas mujeres ¿cuál sería?
Lo que siempre les digo es, en primer lugar, que no culpabilicen ni a su madre, ni a las mujeres de su familia por haberlas llevado a ser mutiladas. Les explico que, cuando una persona crece en una cultura donde esa práctica es tradicional y está completamente normalizada, es muy difícil cuestionarla. Por eso es importante que comprendan ese contexto y no carguen con una culpa que no les corresponde a ellas, ni tampoco a sus madres, que actuaron desde lo que creían que era lo mejor.
Y en segundo lugar, una vez que ellas entienden lo que han vivido, y comprenden que fue una vulneración de sus derechos, las animo a que trabajen con sus familias de origen para intentar romper ese ciclo.
“Que compartan lo que han aprendido, que expliquen su experiencia, y que eso sirva como un efecto en cadena para que otras niñas de su entorno no pasen por lo mismo. La idea es que, a través de su proceso personal, puedan también convertirse en agentes de cambio dentro de su comunidad.”
*Desde Farmamundi junto con la Red Aminata, a través del programa que desarrollamos con el apoyo de la Generalitat Valenciana desde los programas de Acción Social con cargo al IRPF, colaboramos activamente con la Unidad de Referencia en Mutilación Genital Femenina. Esta coordinación es fundamental, ya que, aunque la figura de nuestra compañera Aminata Soucko es clave en el acompañamiento cultural y emocional de las mujeres, el sistema sanitario público valenciano todavía no cuenta con la figura de mediadora intercultural de forma estructural en su plantilla. Por ello, nuestras iniciativas permiten que Aminata pueda centrarse en acompañar a las mujeres y facilitar el trabajo de la unidad. Esta articulación entre sanidad pública y entidades sociales es imprescindible para garantizar plenamente el derecho a la salud afectiva, sexual y reproductiva de las mujeres.