Este documento de Investigación es una compilación de artículos de Germán Velásquez, presidente de la Cátedra de Farmamundi en la Universidad Complutense de Madrid ‘Derecho a la salud y acceso a medicamentos” y Asesor especial de política y salud de South Center, publicados por Le “Monde Diplomatique” (ediciones francesa y española) entre los años 2003 y el 2021.
En el Día Mundial contra el SIDA, Germán Velásquez analiza en este informe de 68 páginas como la OMS ha enfrentado las grandes crisis sanitarias de los últimos 20 años. El SIDA y la llegada de los primeros antiretrovirales, la gripe H1N1 con el despilfarro del Oseltamivir (nombre de marca “Tamiflu”) y las vacunas que al final fueron destruidas en grandes cantidades. También el ébola donde la OMS llegó con cuatro meses de retraso, la hepatitis C y los fármacos que podrían curarla pero fueron lanzados al mercado con precios inaccesibles y, actualmente, la pandemia devastadora del COVID-19 que ha demostrado una vez más la insoportable desigualdad en el acceso a la salud y a las vacunas y tratamientos, entre los países del Norte y los países del Sur.
El denominador común a todas estas crisis sanitarias mundiales ha sido la reacción de los países miembros de la OMS de querer reformar la Organización de tal manera que ésta pueda responder mejor a la crisis del momento. Este es exactamente el movimiento que ha desatado la COVID-19 y el tema y las negociaciones que probablemente nos ocuparán en los próximos años.
Un nuevo actor en el acceso a medicamentos y vacunas
Según Velásquez, históricamente el acceso a medicamentos ha estado en manos de dos actores: el comercial (industria farmacéutica) y el sanitario (ministerios de Sanidad). La Covid-19 ha traído un nuevo actor: el político (gobiernos y oposición a los gobiernos). “Hoy son los gobiernos quienes compran y deciden a quién vacunar y cuándo. Sin embargo, estos están a la merced de la industria, que es quien hace los anuncios “científicos” sobre la eficacia de sus productos, informa de plazos, crea las expectativas, impone los precios y exige inmunidad sobre los posibles efectos secundarios negativos de sus vacunas”, afirma el presidente de la cátedra de Farmamundi en el último artículo de este informe.
Los gobiernos tienen cada vez menos poder para regular y controlar la industria de vacunas, o por lo menos han mostrado hasta hoy su incapacidad de hacerlo. La OMS observa lúcida e impotente, ya que sus recomendaciones son de carácter voluntario. Si el objetivo prioritario de la OMS es la salud pública, la industria busca el lucro, el sector de la salud nacional depende del actor político y este busca votos (apoyo) para mantenerse en el poder o alcanzarlo.
Los países industrializados lograrán vacunar a toda o a tres cuartas partes de su población en este 2021, probablemente ignorando los principios éticos, la lógica sanitaria y la racionalidad económica a los que se habían comprometido con el mecanismo Covax. La adquisición de las diferentes vacunas se ha dejado en manos de la oferta y la demanda. El concepto de bienes públicos abogado durante la Asamblea Mundial de Salud de mayo de 2020 por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, así como por muchos jefes de Estado y de Gobierno parece haberse dejado de lado.
Licencias obligatorias y nuevo modelo de I+D
Son muchas las preguntas que quedan todavía por responder, como el tiempo de cobertura de las vacunas, si estas podrán bloquear el contagio, los efectos secundarios a medio y largo plazo, hasta dónde aceptarán los Estados la exigencia de la industria de no responsabilidad por los eventuales efectos secundarios, la transparencia de los contratos entre industria y gobiernos o la obtención de patentes de bienes públicos comunes. “Cada día aparecen nuevos interrogantes debido a la velocidad con que avanza el virus y se proponen soluciones. La Covid-19 ilustra nítidamente la necesidad de emplear el mecanismo de las licencias obligatorias y, en último término, la pregunta que se plantea es la de cómo encontrar un modelo de I+D que garantice un acceso equitativo a la salud”, concluye Velásquez.
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