Gracias al esfuerzo colectivo se ha conseguido reducir en un 55% la incidencia de la malaria en el municipio de Rosita, en la Costa Caribe Norte de Nicaragua, con un proyecto realizado junto a Acción Médica Cristiana (AMC), la red institucional (MINSA) y la Red Comunitaria de Salud. La iniciativa de Farmamundi, realizada con el apoyo financiero de la Fundación Probitas, también ha ampliado la red de colaboradores voluntarios y las capacidades del departamento de epidemiología del Ministerio de Salud de Nicaragua para mejorar la prevención y la atención a las personas.
Entre 2016 y 2017 se produjo un aumento de los casos de malaria en nueve países de la región de las Américas, incluyendo a Colombia, Ecuador, El Salvador, Guyana, Haití, Honduras, Panamá, Venezuela y Nicaragua.
El Ministerio de Salud de Nicaragua ha fortalecido acciones de vigilancia y de control en toda la región centroamericana con proyectos como este de Farmamundi y AMC realizado con el apoyo financiero de la Fundación Probitas, explica Carlos Berrios, coordinador de Farmamundi en Nicaragua, que cuenta que en la Costa Caribe se encuentran los principales focos activos, “particularmente en Bilwi (cabecera regional), en Rosita y Siuna, donde las condiciones de vulnerabilidad y pobreza en poblaciones que habitan en áreas con presencia del vector, así como el predominio de actividades económicas como la minería y las labores agrícolas, que aumentan ese riesgo”.
Plan nacional contra la malaria
Nicaragua cuenta con un plan estratégico nacional de malaria, cuya agenda prioriza la eliminación de la enfermedad en articulación con otras iniciativas regionales como el Plan Global de la OMS, la Iniciativa Regional para Eliminación de la Malaria (IREM) apoyada por el BID y la OPS, así como el apoyo del Fondo Mundial y otras iniciativas locales.
A pesar de los buenos resultados obtenidos con esta intervención que complementa las acciones institucionales del MINSA, la malaria sigue siendo un desafío en Nicaragua, particularmente en la Costa Caribe, por lo que se deben mantener los esfuerzos para su reducción y erradicación total en los próximos años.
En el municipio de Rositas
“Visitamos Tasba Paunie de Alamikangban, comunidad en donde se detectaron cuatro personas con malaria gracias al test de prueba rápida, entre ellos una niña de 3 años, que fue trasladada al hospital aprovechando nuestra visita. El intercambio con pobladores y agentes comunitarios indica que la malaria en esta comunidad, donde la presencia institucional es nula, ha aumentado. Y se identifican, además, otras necesidades tan importantes como mejorar el acceso al agua segura, solucionar problemas de sanidad ambiental, no hay puesto de salud cercano y las embarazadas de riesgo carecen de atención”, afirma Carlos Berrios, que acompañó a Javier Zulueta, de la Fundación Probitas, para conocer los avances de este proyecto a finales de 2019.
La propuesta se ha centrado en fortalecer capacidades institucionales y comunitarias para la ejecución de un plan de prevención y control de la malaria, con carácter multisectorial para optimizar recursos y aumentar la efectividad, y con acciones complementarias entre la red institucional y la red comunitaria, incluyendo la mejora de la capacidad en el abordaje epidemiológico y clínico de la malaria, la ampliación y mejora de la capacidad de la red de Col-Vol. (Colaboradores Voluntarios epidemiológicos comunitarios), y el fortalecimiento de los conocimientos y prácticas de 1.900 familias de Rosita en la prevención de la malaria.
El equipo de seguimiento visitó comunidades de los Municipio de Rosita y Alamikangban. Junto a Carlos Berríos, participaron Javier Zulueta (Fundación Probitas); Moisés González (AMC); Cecilia Hernández (AMC Rosita), el equipo gestor local de AMC (Ervin, Ninoska, Joeny), el equipo de dirección municipal de salud (MINSA) en Rosita (Dra. Tania Castro, Dr. Álvaro de la Vega) y Alamikangban (Dr. Mejía), y agentes comunitarios de salud de cada comunidad.
“Realizamos encuentros de trabajo con la directora municipal del MINSA y el responsable de epidemiología, donde se presentaron las mejoras en los indicadores con la reducción de la incidencia de casos en un 50% a nivel municipal. También se visitó el puesto de salud Risco de Oro y nos reunimos con el equipo de proyectos y MINSA local, la red de agentes comunitarios, así como con personas beneficiarias del proyecto en comunidades de Risco de Oro, Black I, Black II, y con el equipo MINSA de Prinzapolka, que resaltaron las dificultades organizativas y de recursos para el abordaje de la malaria en las comunidades más alejadas, donde no debemos descuidar las medidas preventivas”, concluye Berrios.