En el día de las personas refugiadas queremos recordar y poner el foco en las más de 120 millones de personas que viven desplazadas y alejadas de sus hogares. De todas ellas, más de 30 millones tiene el estatus de refugiadas. Siria, con 13,8 millones de desplazados, dentro y fuera del país, es el principal país de origen de las personas refugiadas en el mundo tras más de 13 años de conflicto armado. Le siguen Ucrania y Afganistán.
Uganda, es otro de los países que recibe una gran afluencia de población refugiada proveniente de distintas zonas de la región de África Occidental, como consecuencia de los conflictos y crisis prolongadas en República Democrática del Congo, Sudán del Sur o Somalia, donde también se viven situaciones humanitarias complejas que obligan a miles de personas a desplazarse en busca de mejores condiciones de vida.
Con más de 1,5 millones de personas refugiadas que necesitan cubrir sus necesidades más básicas, es fundamental facilitar una respuesta humanitaria adecuada, que garantice su bienestar, dignidad y aborde el derecho a la salud de manera holística. “La estrategia de Farmamundi en Uganda se enfoca en mejorar la salud y la salud sexual y reproductiva de la población refugiada congoleña, sur sudanesa y somalí, atendiendo y dando respuesta a la violencia sexual y de género, entendiéndolas como una vulneración de los derechos humanos y un problema de salud pública”, afirma la responsable de Acción Humanitaria de Farmamundi, Tania Montesinos.
Trabajar junto a población refugiada en Kyaka II
En alianza con las entidades locales AHA y Emesco, Farmamundi trabaja en los territorios de Kampala, Kyaka II y Adjumani, donde se encuentran asentamientos con población refugiada.
Además de priorizar la asistencia sanitaria y el acceso a medicamentos, una acción importante es la puesta en marcha de brigadas médicas, que refuerzan el enfoque de base comunitaria y ayudan a descongestionar las instalaciones sanitarias. De esta forma, la población tiene acceso a servicios que incluyen desde educación en salud hasta la realización de pruebas rápidas (tuberculosis, malaria, etc.), control nutricional y la inmunización de menores.
“Trabajamos para mejorar el acceso y el uso de servicios sanitarios desde una perspectiva de salud comunitaria, por medio del fortalecimiento de las capacidades de las redes de promotoras y referentes comunitarias existentes en los asentamientos, así como del empoderamiento de jóvenes y adolescentes en sus derechos sexuales y reproductivos. Esto incluye procesos de formación y sensibilización a la población en general, para que puedan ejercer su derecho a tomar decisiones libres, informadas, voluntarias y responsables sobre su salud e identificar la violencia basada en género y la violencia sexual como un problema de salud pública y derechos humanos”, prosigue Montesinos.
Atención integral a las supervivientes de violencia
Esto incluye la provisión de una atención sanitaria de las secuelas físicas de la violencia sufrida, así como un apoyo psicológico de urgencia con el fin de evitar problemas de salud mental a medio y largo plazo. La derivación hacia servicios jurídico-legales pretende completar la atención integral a las supervivientes, poniendo a su disposición el asesoramiento necesario para la denuncia de sus agresores y la exigibilidad de sus derechos vulnerados. Como estrategia para la justa restitución de los derechos de las supervivientes, se ponen en marcha programas de asistencia en efectivo con el fin de desarrollar actividades generadoras de ingresos viables y sostenibles que aseguren su autonomía.
“He logrado abrir un negocio que me ha permitido recuperar el control sobre mi vida”
Un ejemplo de ello lo vemos en el testimonio de Emma, una de las mujeres refugiadas en el asentamiento de Kyaka II, con varios hijos a su cuidado y que recientemente perdió a su esposo. Emma, además, fue víctima de una agresión sexual antes de llegar a Uganda. “Gracias a la ayuda financiera y la formación empresarial que he recibido, he logrado abrir un negocio que me ha permitido recuperar el control sobre mi vida y de mi familia, sobre todo a nivel económico”.
Esta oportunidad no solo le ha permitido mejorar su estabilidad económica, sino que también ha fortalecido su sensación de dignidad y seguridad en su hogar. Al igual que Emma, otras mujeres supervivientes de violencia de género participan en programas formativos de pequeños emprendimientos en Kyaka II y se convierten en modelos a seguir en sus comunidades. Ellas a su vez, ofrece también orientación y apoyo a otras mujeres que enfrentan circunstancias similares.
Este es uno de los logros de un proyecto desarrollado en los últimos 12 meses en el asentamiento de Kyaka II, que alberga a más de 120.000 personas y realizado con el apoyo de la Generalitat Valenciana. También se ha conseguido:
- Mejorar el acceso a servicios de salud gracias al refuerzo de centros con la dotación de 9.948 suministros médicos y 38.500 medicamentos, así como la implementación de 56 brigadas médicas móviles.
- Se ha incrementado la concienciación sobre la violencia basada en género como un problema de salud pública entre 180 jóvenes y adolescentes. Información también proporcionada a 20 educadores.
- Se han organizado 30 comités de prevención de violencia basada en género que aplican protocolos de referencia adecuados y participan activamente en actividades de prevención.
- Por último, el proyecto ha abordado eficazmente la necesidad de recursos de higiene y apoyo sensible a las mujeres facilitando 320 kits de higiene personal, 320 mosquiteras y 160 kits de dignidad.