Opinión Xosé María Torres | Sida: 40 años de patentes y de muertes evitables

Opinión Xosé María Torres | Sida: 40 años de patentes y de muertes evitables

1981 fue un mal año. Durante el mes de mayo y en un país del sur de Europa empezaron a verse casos de envenenamiento -que luego se sabría causado por el uso en la alimentación de un aceite tóxico- que derivó en más de 20.000 afectados, de ellos 5.000 fallecidos. Un ocurrente ministro de Trabajo, Sanidad y SS hizo una aportación a la historia intelectual europea, indicando que el origen del problema era “un bichito, que si se cae de la mesa se mata”.

Junio no fue mejor. Ya en otras latitudes, en EE.UU., empezó a detectarse,  en varones homosexuales, una neumonía extraña, lo que fue difundido el 5 de ese mes -¡van allá 40 años!- en el boletín semanal de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de aquel país en un breve artículo titulado “Neumonía por Pneumocystis”, causada por un hongo parásito habitual pero muy raro en humanos. Eran los primeros casos de sida, inicialmente denominado síndrome, por reunirse a la vez una neumonía, un cáncer -sarcoma de Kaposi-, una inmunodeficiencia y otras infecciones oportunistas como la tuberculosis, que afectaban a varones homosexuales, usuarios de drogas intravenosas, usuarios de medicamentos contra la hemofilia y otros colectivos.

Ponemos nombre al VIH

En 1983 un equipo del prestigioso Instituto Pasteur de París liderado por Luc Montaigner (hoy un juguete roto, con proclamas a favor de la homeopatía y otros desvaríos, signo de la demencia senil del que fue un científico brillante ganador del premio Nobel) identificó al causante del síndrome como un retrovirus, más tarde llamado Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). El primer medicamento contra el sida, el AZT o zidovudina, no fue aprobado hasta 1987 en EE. UU. por la FDA, en un procedimiento lleno de irregularidades, pues el ensayo clínico fue suspendido por razones éticas: los pacientes que tomaban el fármaco iban mejorando, mientras que en el grupo control -formado por pacientes que solo tomaban placebo- se sucedían las muertes.

AZT, el primer medicamento contra el sida

Lo que nos interesa ahora es que el AZT había sido sintetizado casi veinte años antes, en 1964 en EE.UU. como posible antitumoral, y patentado por la empresa Wellcome (hoy GSK), pero abandonado por su toxicidad. Con el paso del tiempo su patente caducó. Pese a ello se solicitó y concedió una nueva patente en 1985 y fue comercializado con el nombre de Retrovir y vendido en régimen de monopolio a altísimos precios -con lo que GSK alcanzó el liderato del ránking mundial de la industria farmacéutica- inalcanzables para los pacientes de los países pobres, en especial de África, donde el sida se convirtió en una tragedia.

Más de 35 millones de personas fallecidas. ¿Debe repetirse con la epidemia de Covid-19?

atención sanitaria ugandaDesde 1981 unos 75 M de personas contrajeron la enfermedad, con 35 M de muertes. A mediados de los 90 aparecieron fármacos más efectivos, los inhibidores de la proteasa, que permitieron controlar la enfermedad y convertirla -en los países ricos- en una enfermedad crónica. Pero sus precios, derivados de la exclusividad de las patentes, de 10.000 $/paciente y año, eran inalcanzables para los pacientes y sistemas sanitarios de los países pobres, a pesar de lo cual las autoridades mundiales miraron para otro lado.

Así sucedían cosas como en Botswana, uno de los países más afectados por el sida, en el que los propietarios de las minas de diamantes prohibían a los trabajadores ir a más de 2 entierros por semana (de familiares o compañeros fallecidos por sida) pues afectaba a la producción.

Todo eso siguió así hasta que Yusuf Hamied, presidente del laboratorio indio Cipla, (¿para cuándo el Nobel de la Paz para el?) lanzó en febrero de 2001 una oferta mundial de fármacos anti-sida a menos de 1.000 dólares por paciente y año, un precio un 90% más barato del ofrecido por las multinacionales farmacéuticas, lo que permitió que llegasen a las poblaciones más pobres de casi todo o planeta, evitando millones de muertes.

Patentes de medicamentos, precios altos y millones de muertes. ¿Debe repetirse con la epidemia de covid-19 esta tragedia?

 

Xosé María Torres

Farmacéutico y portavoz de patentes de Farmamundi

Reproducimos este artículo publicado en gallego en La Voz de Galicia el 5/6/2021.

 

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