- Con esa frase resume el grupo de mujeres participantes del proyecto ‘Construyendo Ciudadanía Global Crítica con el Derecho a la Salud Afectiva y Sexual: reconociendo, ejerciendo y reivindicando una salud integral a través de la movilización colectiva’, financiado por la Generalitat Valenciana, el fin de semana de convivencia que organizaron junto a Farmamundi, València Acull y Red Aminata este mes de junio.
- Un residencial en el que han participado 11 mujeres procedentes de distintos países, de las que te compartimos sus testimonios.
A partir de todas las reflexiones y aprendizajes colectivos sobre el derecho a la salud afectiva y sexual desde un enfoque basado en derechos humanos, género e interculturalidad que han adquirido durante la participación en el proyecto y desde un mes antes, las mujeres diseñaron y organizaron un encuentro, donde llevaron a cabo sus propios talleres para pasar de la reflexión a la acción. Este encuentro, como nos comparte Danna, una de las participantes, permitió seguir aprendiendo y reflexionando sobre cómo viven las mujeres la relación con su propio cuerpo y con las relaciones afectivo-sexuales. “Ha sido muy importante, hemos sido muy productivas, y ha sido un aprendizaje con muchas reflexiones. Todas las dinámicas nos han dado mucha energía y el fin de semana ha sido ¡Boom!, una energía explosiva, porque yo no me lo esperaba”, explica Danna.
La importancia de las alianzas, la sororidad y los cuidados
El residencial, además, “ha significado la culminación y el claro ejemplo de cómo practicar y visibilizar el autocuidado“, nos explica Susana, otra de las participantes. Y es que es fundamental seguir tejiendo redes de apoyo mutuo basadas en la sororidad, para crear nuestro propio mundo afectivo de manera saludable. Un mundo en el que las mujeres nos apoyemos, nos enviemos mensajes de fuerza y nos reconozcamos, tal y como promovemos con este proyecto.
Para Oulaya, “este fin de semana estuve muy feliz por conocer a las chicas del otro grupo de la formación de sexualidad. Y ha sido el mejor fin de semana de mi vida. He visto que están preparadas para todo y he aprendido mucho con ellas. ¡Gracias por hacer la formación y quiero repetirlo! Quiero que otras mujeres hagan lo que hemos hecho nosotras. ¡Sin miedo, chicas!” Así, como dice Katyuska, el encuentro ha significado “hacer contacto con lo más bello que tengo: mi ser. Y también compartirlo con otras mujeres que, desde su humanidad, desde su sencillez y desde su calidez, desde su corazón, me han acompañado en las decisiones que he tomado”.
Este espacio de convivencia también ha sido una experiencia de autocuidado, o como dice Evelin, “una experiencia de relax” para escapar de las cargas, responsabilidades y dificultades que enfrentan día a día las mujeres migrantes, y que dejan poco espacio para una misma haciendo más difícil el bienestar y su salud afectiva y sexual.
Varias de las participantes hicieron hincapié en esta cuestión. En palabras de Nélida, “este fin de semana ha significado… desestresarme, desconectar, trasladarme a mi mundo con gente maravillosa, aprender y estar muy muy contenta; o sea, disfrutar. He aprendido disfrutando”. Algo que comparte Domitila, quien nos explica entre risas que “soy una nueva Domi, porque me he olvidado de todo. No me acordaba absolutamente nada de Valencia y he estado aquí al cien por ciento”. Así que, como nos confirma Tanana, todas se quedaron con ganas de quedarse un poco más y de repetir la experiencia, porque se han “relajado y disfrutado bien con las compañeras”.
Crear espacios seguros para el empoderamiento:
Y, sobre todo, ha sido una experiencia de superación porque, como resume Evelyn, somos un grupo de mujeres “grandes, fuertes y valientes”. Una iniciativa en la que poner en marcha nuestras capacidades para actuar. Para transmitir a otras mujeres todos los aprendizajes y reflexiones que hemos construido juntas desde que empezó este proyecto en noviembre del 2020. Para seguir construyendo espacios seguros de empoderamiento y de transformación social en esta cuestión tan importante para las mujeres como es el derecho a la salud afectiva y sexual.
Para Yuliana, una de las participantes encargadas de abordar un taller sobre violencias de género, esta experiencia “ha sido muy especial… conocí muchos miedos que no quería aceptar que tenía, como hablar ante el público y tener la responsabilidad del mensaje que tenía que darle a mis compañeras. Estaba muy ansiosa, pero a la vez alegre y tranquila de conocerme y poder conocer mucho más a todas”.
La superación experimentada por cada una de ellas, movilizó las ganas de llevar estos mensajes a otras mujeres, convirtiéndose en protagonistas de sus propios procesos de reivindicación de derechos, como dice Karen: “aprender en base a las experiencias de otras mujeres es el mejor aprendizaje que una pueda tener, aprender otros puntos de vista, otras culturas… Te das cuenta de que hay muchas cosas por las que tenemos que luchar. La verdad, fue la mejor experiencia de mi vida hasta ahora y tengo ganas de seguir compartiendo, y si es posible transmitir este conocimiento a otras mujeres y poder fomentar el empoderamiento femenino. Poder dar a conocer a un montón de mujeres que todavía no saben lo que somos capaces de hacer”.
Un agradecimiento colectivo por la experiencia y las personas que la han hecho posible
Todas las oportunidades y caminos que esta iniciativa ha abierto, dan sentido y coherencia a lo que hace unos meses era un proyecto sobre el papel, tal y como reflejan los testimonios de agradecimiento de las participantes.
“Quiero agradecer el espacio, el lugar, la atención, las experiencias, las historias, el compartir nuestra vida, el abrirnos a escucharnos, a poder compartir todo de nuestros más profundos secretos. Gracias a Valencia Acoge y Farmamundi, muchas gracias por el curso, por todo el tiempo dedicado a nosotras, por permitirnos estar ahí. Por permitir que nuestras hijas nos acompañen”, nos comparte Dana.
Nos sumamos a los agradecimientos de Dana para agradecer también el espacio, el lugar y la atención que recibimos este fin de semana por parte de la ecoaldea de Ènova que gestiona la Colectiva de Mujeres Refugiadas Colombianas con Leonor al frente. Además, agradecer a Luisa, Luis, Carolina, Serena, Celia y Ensueño, su dedicación al cuidado de un total de 14 niñas y niños que pudieron disfrutar de este maravilloso espacio rural en contacto con la naturaleza, porque los mandatos de género siguen asociando la crianza y el cuidado a la feminidad, y sin este cuidado infantil las mujeres no habrían podido participar.
El proyecto continuará los próximos meses con acciones dirigidas a otras mujeres y a las instituciones sociosanitarias de la ciudad de València. Ahora estamos preparadas para reivindicar y exigir la garantía del derecho a la salud afectiva y sexual.