En el departamento de Morazán, El Salvador, la pobreza, la falta de acceso a servicios de salud y la presencia recurrente de enfermedades transmisibles —como dengue, chikungunya, zika o COVID-19— han puesto a prueba la capacidad de respuesta sanitaria. Con apenas 4,3 médicos por cada 10.000 habitantes y servicios de salud limitados, las comunidades rurales, y especialmente mujeres, niñas, niños y personas mayores, son quienes enfrentan mayores riesgos frente a las epidemias.
Tras la pandemia, la fragilidad del sistema nacional de vigilancia quedó en evidencia: escasez de recursos técnicos, falta de personal especializado, carencia de protocolos actualizados y poca coordinación entre los distintos niveles de atención. A esto se suman las barreras culturales y de género que dificultan el acceso equitativo a la salud. Frente a esta realidad, el programa apuesta por un modelo integral y participativo que combina el fortalecimiento técnico del sistema público con la organización y liderazgo de las comunidades locales.
Frente a este contexto, “junto a la Asociación Salvadoreña Promotora de la Salud (ASPS) y en coordinación con el Ministerio de Salud (MINSAL), hemos impulsado un programa que coloca a la vigilancia epidemiológica en el centro de la estrategia para proteger la salud colectiva, mejora la capacidad de respuesta frente a enfermedades transmisibles y fortalece la participación de mujeres, liderazgos locales y equipos sanitarios. La iniciativa se desarrolla en seis micro-redes de salud del SIBASI Morazán —Perquín, Osicala, Gotera, Corinto, Sesembra y Jocoro— en el que participan más de 127.000 personas”, explica el responsable de los proyectos de Cooperación en Farmamundi, Emilio Oriola.
Fortalecer la salud pública en Morazán
El programa avanza con un plan de trabajo estructurado en cuatro grandes líneas de acción que fortalecen la salud pública desde lo local, combinando el trabajo técnico con la participación de las comunidades.
- Actualización de los protocolos de salud
En los últimos meses, los equipos de ASPS y del Ministerio de Salud han revisado y adaptado los Lineamientos Nacionales de Vigilancia Epidemiológica (VIGEPES), actualizándolos a la realidad de enfermedades como el dengue, la COVID-19, la leishmaniasis o el Chagas. Este proceso se ha llevado a cabo de forma participativa, escuchando a los equipos de salud de distintos niveles —local, regional y nacional— para que los nuevos protocolos sean útiles y aplicables en el día a día.
- Fortalecimiento de la red institucional
Para mejorar la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias, se han creado tres Unidades de Inteligencia Epidemiológica en Morazán, espacios donde se recopilan y analizan datos para actuar con rapidez ante posibles brotes. También se han mejorado seis Unidades Comunitarias de Salud Familiar (UCSF), que ahora cuentan con mejores instalaciones, equipos médicos, insumos de laboratorio y materiales de diagnóstico. Además, 60 profesionales de la salud han recibido formación especializada en gestión epidemiológica y normas internacionales de salud, en coordinación con el Instituto Nacional de Salud.
- Liderazgo comunitario en salud
La participación de las comunidades es una pieza clave de este programa. Más de un centenar de Agentes Comunitarios de Salud (ACS) han sido acreditados por el Ministerio de Salud para formar parte del sistema de Vigilancia Epidemiológica Comunitaria (VECO). Estas personas, muchas de ellas mujeres, son el primer enlace con la población: visitan hogares, identifican casos sospechosos y acompañan los esfuerzos de prevención y educación sanitaria. También se han reactivado comités de salud locales, que trabajan junto a las UCSF para mejorar la detección temprana de enfermedades y fortalecer la prevención desde los barrios y cantones.
- Educación y comunicación inclusiva
La información ayuda a mejorar la salud de las personas, por eso el programa ha puesto en marcha campañas de educación y comunicación inclusiva en todo el departamento. Los mensajes se han diseñado con un enfoque cercano, libre de estereotipos, y adaptados a las distintas realidades culturales. Además, se han producido materiales accesibles para personas con discapacidad visual o auditiva y se promueve la corresponsabilidad entre mujeres y hombres en el cuidado de la salud. También se ha realizado un estudio sobre conocimientos, actitudes y prácticas (CAP) para conocer mejor cómo percibe la población las enfermedades y así diseñar estrategias de comunicación más efectivas y participativas.
Tres nuevas unidades de inteligencia epidemiológica:
“Hemos avanzado de forma muy significativa en el fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica con la puesta en marcha de tres nuevas Unidades de Inteligencia Epidemiológica totalmente equipadas. También reforzamos la coordinación multisectorial y seguimos impulsando la formación técnica en gestión epidemiológica y reglamento sanitario internacional, con una amplia participación del personal sanitario del territorio.”, explica la directora ejecutiva de ASPS, Ana Cecilia Arévalo.
Arévalo cuenta que algunas actividades tuvieron que reprogramarse o adaptarse a las circunstancias, sobre todo por el aumento de casos de dengue y ajustes logísticos, pero sin detener el ritmo de trabajo. “Hemos capacitado a más de 80 profesionales de salud en temas de vigilancia, género y salud pública, mejorado la infraestructura de varias unidades comunitarias y fortalecido la estrategia de vigilancia epidemiológica comunitaria —la red VECO—, con agentes formados y materiales adecuados. Todo ello nos permite avanzar hacia una respuesta en salud más ágil, coordinada y cercana a las comunidades.”, prosigue.
Todas las actividades están atravesadas por enfoques clave: equidad de género, diversidad cultural, derechos humanos y sostenibilidad ambiental. El programa fomenta la participación de mujeres, jóvenes y comunidades como protagonistas en la construcción de un sistema de salud más justo y resiliente.
Una red de alianzas con impacto para la salud pública
El impacto de este trabajo se mide no solo en cifras, sino en cambios concretos en la vida de las personas. Gracias a la vigilancia epidemiológica, las comunidades pueden anticiparse a las epidemias, reducir riesgos y fortalecer su resiliencia colectiva. El personal sanitario dispone ahora de herramientas más eficaces para la prevención y el control, y las mujeres comunitarias han adquirido un papel central como promotoras de salud.
El éxito del programa se debe, además, a la articulación de múltiples actores, entre los que destacan:
- Ministerio de Salud de El Salvador (MINSAL), a nivel central y departamental.
- Redes comunitarias de salud (VECO) y comités locales.
- Alcaldías municipales de las seis micro-redes.
- Organizaciones sociales como el Foro Nacional de Salud (FNS).
“Esta gran alianza, que cuenta con el apoyo financiero de la Generalitat Valenciana, permite que las comunidades de Morazán cuenten hoy con más herramientas, conocimientos y recursos para responder a las epidemias, con la vigilancia epidemiológica como piedra angular de su derecho a la salud”, concluye Oriola.
Visita de un equipo de ASPS en Valencia
Con motivo de este programa de salud, hemos tenido el privilegio de recibir en Valencia a cinco mujeres de nuestra organización socia, la Asociación Salvadoreña Promotora de la Salud (ASPS). Su visita ha sido un encuentro inspirador que ha reforzado la conexión entre nuestras realidades, compartiendo aprendizajes sobre salud comunitaria y la puesta en marcha de las tres unidades de vigilancia epidemiológica en Morazán, junto al Ministerio de Salud de El Salvador y con el apoyo de la Generalitat Valenciana.
Ha sido una semana intensa, llena de diálogo y compromiso. Mantuvimos reuniones con el equipo de Farmamundi, visitaron nuestro almacén de suministro de medicamentos y participaron en encuentros con trabajadoras del hogar del barrio de Orriols, con el grupo de Mujeres Visibles de Utiel y Requena, los equipos de cooperación del Ayuntamiento de Valencia, la Generalitat Valenciana, con el alumnado de la Escuela Valenciana de Estudios para la Salud (EVES) y los Master de la Universitat Politécnica de València UPV y la Universitat de València.Cierran su visita con un encuentro con el Servicio de Salud del Ayuntamiento de Paiporta.
Nos han acompañado Ana Cecilia Arévalo, Aracely Mejía, Antonia Hernández, María Isabel Hernández y Lorena Romero, cinco mujeres valientes y comprometidas con la salud y los derechos en sus comunidades. Gracias compañeras por vuestra visita y felicidades por vuestro impresionante trabajo con las comunidades. Sois muy auténticas y una gran fuente de inspiración.

