En las regiones rurales del departamento de Chuquisaca, en Bolivia, diez comunidades campesinas del municipio de Poroma han encontrado en el modelo de Salud Familiar Comunitaria e Intercultural (SAFCI) una respuesta a las barreras históricas de acceso a la salud. “En el botiquín tenemos medicinas para todo tipo de malestar, como dolor de estómago, de espalda, de cabeza o diarrea“, cuenta Celia Barrón, agente de salud en Luje. “Nos hemos capacitado para el manejo de estos medicamentos de primeros auxilios para poder usarlos cuando nos encontramos mal de salud en nuestra comunidad“.
El contexto de Poroma no es distinto al de muchas zonas rurales de Bolivia, donde la falta de infraestructura y personal médico provoca que miles de familias tengan un acceso limitado o nulo a la salud. Sin embargo, un proyecto impulsado por Farmamundi y el Instituto Politécnico Tomás Katari (IPTK), con financiación del Gobierno de Aragón, ha puesto en marcha una estrategia basada en el SAFCI, un modelo implementado por el Ministerio de Salud de Bolivia que integra la medicina convencional con los saberes ancestrales de los pueblos indígenas.
El impacto de este enfoque es tangible. “El proyecto ha formado a los agentes de salud en cada comunidad y también ha apoyado en atenciones médicas con especialidades, realizando ferias de salud tanto en Luje como en Palca“, explica Santos Condori, médico del programa SAFCI. “Se han diagnosticado diferentes patologías que no se pueden realizar por parte de la medicina general, por eso hemos traído medicina interna, telemedicina, ecografías, laboratorio, ginecología y pediatría, todo con la finalidad de mejorar la salud de la población“.
El derecho a la salud en un territorio accidentado
El municipio de Poroma se extiende por una geografía accidentada, con comunidades dispersas y caminos que, en época de lluvias, se vuelven intransitables. En este contexto, el modelo SAFCI se vuelve imprescindible. “En el marco del proyecto se han llevado a cabo diversas actividades enfocadas en fortalecer el sector salud“, cuenta Efraín Rivas, responsable de salud de Poroma. “Las ferias de salud han sido un significativo aporte para las familias, especialmente aquellas que enfrentan dificultades para acceder a servicios médicos“.
El modelo SAFCI apuesta por la participación comunitaria, la atención integral y el acceso universal. Gracias a esta estrategia, 50 profesionales sanitarios y 20 agentes comunitarios han sido capacitados para brindar atención con un enfoque intercultural. Además, el proyecto ha impulsado la creación de una red interinstitucional de coordinación multisectorial formada por 40 personas representantes de más de 20 instituciones y organizaciones locales, lo que ha permitido integrar salud, educación y seguridad alimentaria en una misma estrategia.
De la salud a la soberanía alimentaria
Pero la salud no solo se garantiza con atención médica. La seguridad alimentaria es otro de los pilares del proyecto. “Estas verduras las producimos nosotros, nos ayuda a la alimentación saludable y producimos de manera sana“, explica Marcelino Paco, de la comunidad Yolulo. “No utilizamos químicos, fumigamos con caldo de cenizas, son totalmente sanos estos productos“.
Juan Carlos Olmos Yucra, coordinador del proyecto, destaca los avances logrados: “210 familias han mejorado su acceso a alimentos saludables y nutritivos con la implementación de parcelas y huertos familiares, aplicando tecnologías de producción agroecológica en hortícola y frutícola: semilla de calidad, siembra, uso de biofertilizantes y cosecha, además del manejo sostenible de los recursos naturales“.
El acceso a agua es otro de los desafíos en la región. Para garantizar la producción agrícola sostenible, se han instalado ocho reservorios de agua que han permitido mejorar la disponibilidad de riego en las parcelas productivas. Rosa Antezana, también de Yolulo, destaca la importancia de estas infraestructuras: “Este tanque nos beneficia mucho, el techo lo hemos hecho nosotros y las mangueras nos han dotado para poder regar“.
El enfoque agroecológico es clave en este proceso. La iniciativa ha promovido la diversificación productiva y el incremento de cultivos en un 30%, fortaleciendo la autosuficiencia alimentaria y reduciendo la dependencia de mercados externos. “La agricultura comunitaria es una solución a problemas que se registran en Bolivia“, señala José Luis Mendieta, gerente operativo del IPTK. “No se trata solo del acceso, control y gestión de la tierra productiva, sino de recuperar el valor de los núcleos sociales que proponen el vivir bien frente a la crisis originada en el capitalismo“.
Organización y derechos: claves del cambio
Más allá de la salud y la producción agrícola, el proyecto ha fortalecido el tejido organizativo de Poroma. Miguel Ángel Suyo, presidente de la Red Interinstitucional, explica cómo la articulación entre diferentes actores ha sido un pilar fundamental: “La unión es de instituciones. Ahí está la salud, la educación. En una de las reuniones se propuso que hubiera un presidente para coordinar mejor el trabajo. Gracias a la red interinstitucional, hemos tenido talleres y hemos podido lograr muchas cosas“.
Esta red ha sido clave en la promoción de derechos. Actores locales como el Gobierno Autónomo Municipal de Poroma, Sub alcaldía del distrito Poroma, concejo municipal de Poroma, Comité Cívico, Sub Central Poroma, Salud, Educación, Parroquia, policía, juntas vecinales, Bartolina Sisa, instituciones privadas como FH, AYNINAKUNA, SUMAJPUNCHAY y representantes de las organizaciones sociales como la Subcentralía Luje, Palca Soto K’asa y Uruguayo han elaborado y validado una propuesta de incidencia en política pública bajo el modelo SAFCI. Esta propuesta está orientada a la promoción de la seguridad alimentaria y nutricional en las comunidades rurales vulnerables, fortaleciendo la participación comunitaria en la toma de decisiones.
Esta red ha sido clave en la promoción de derechos. En el marco del proyecto, se impulsó la promulgación de una ley municipal contra la violencia hacia las mujeres, un avance crucial en una región donde las desigualdades de género limitan el acceso a recursos y la participación de las mujeres en la toma de decisiones.
El modelo SAFCI y las acciones complementarias del proyecto han demostrado que un enfoque integral es esencial para transformar la realidad de comunidades históricamente excluidas. Mientras en los centros de salud de Poroma, La Palca y Luje se implementa el seguimiento nutricional con un enfoque intercultural, en las comunidades, mujeres y hombres producen alimentos sin químicos, coordinan redes interinstitucionales y avanzan en la garantía de derechos fundamentales.
En Poroma, el derecho a la salud y la alimentación adecuada ya no es solo un horizonte lejano: se construye cada día con el esfuerzo colectivo de sus habitantes. Dale al play para conocer todos los logros del proyecto de la mano de sus protagonistas: