Personas que tienen que caminar durante horas, cada día, para poder conseguir algo de agua potable. Niños y niñas acostumbrados a vivir sin saneamiento de las aguas residuales. Personas de avanzada edad que dejan de tener agua en su casa porque no pueden pagar la factura. Y llevamos años describiendo estas situaciones desde muchas organizaciones sociales. Viendo cómo el agua sigue siendo el centro de conflictos e intereses internacionales. David Sánchez Carpio es responsable de Food&Water Europe y participará en el curso que hemos organizado sobre saneamiento, agua y salud en la Universidad de León. Charlamos con él para adentrarnos en la situación real de millones de personas.
Entrevista a David Sánchez Carpio, responsable de Food&Water Europe
¿El agua es de toda la humanidad o solo de unas pocas personas?
Desde nuestro punto de vista el agua es un bien común, y por lo tanto no puede ser gestionado como una mercancía o un recurso. El acceso al agua y al saneamiento es un derecho humano reconocido por la ONU en 2010. Y por lo tanto entendemos que la propiedad y la gestión del ciclo integral del agua debe ser pública, democrática y participativa.
Dentro de la Unión Europea se estima que hay 23 millones de personas sin acceso a la red de agua potable.
¿Cómo influye el saneamiento en el derecho al agua?
El derecho humano al saneamiento era la otra parte del derecho humano al agua, y en el que menos se había avanzado. Desde 2015 es un derecho autónomo, pero se estima que seis de cada diez personas no pueden ejercerlo, y esto tiene una grave implicación para el derecho a la salud o para la igualdad de género. La falta de servicios de saneamiento tiene fuertes implicaciones ambientales y de salud pública. Es uno de los mayores desafíos dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Resuma la gravedad de la situación en cinco datos.
- Según la OMS, 844 millones de personas no tienen acceso a una fuente de agua cerca de su hogar.
- 2.300 millones de personas no tienen acceso a un saneamiento digno.
- Dentro de la Unión Europea se estima que hay 23 millones de personas sin acceso a la red de agua potable.
- En países de la UE como Rumanía, menos de la mitad de la población está conectada a redes de saneamiento y tratamiento de aguas residuales.
- En el estado Español se estima que, en los últimos años, en torno a 300.000 familias al año se quedan sin acceso al agua en su domicilio por no poder hacer frente a la factura.
¿Qué soluciones inmediatas y a medio plazo podrían ponerse en marcha y por qué no se realizan?
En un contexto de cambio climático el agua va a tener una importancia estratégica aún mayor si cabe. Por eso debemos garantizar que su propiedad y gestión responde a las necesidades y prioridades de la ciudadanía a nivel global. Pero, para muchos, el agua no es más que un lucrativo negocio. No podemos esperar que una gestión con ánimo de lucro dé respuesta a un derecho humano como es el acceso al agua y al saneamiento. Necesitamos apuestas políticas claras por un modelo de gestión del agua que no excluya a nadie y que afronte de manera solidaria las fuertes inversiones que supone construir y mantener una red pública de agua y saneamiento.
¿Qué puede hacer una persona en la Unión Europea para favorecer el derecho al agua al otro lado del planeta Tierra?
Para resolver los problemas al otro lado del planeta tenemos que empezar por cambiar nuestros hábitos, nuestras políticas públicas y el comportamiento de las empresas españolas y europeas. Actos sencillos como consumir productos locales o reducir el consumo de carne pueden ayudar a evitar que el agua en países del sur se dedique a la producción de monocultivos para la exportación. Pero también organizarse para reivindicar políticas públicas de acceso universal al agua y al saneamiento aquí y en las estrategias de cooperación internacional.
Necesitamos apuestas políticas claras por un modelo de gestión del agua que no excluya a nadie.