Perú | Pilpichaca, cómo cultivar a 4.000 metros de altura para mejorar la nutrición

Perú | Pilpichaca, cómo cultivar a 4.000 metros de altura para mejorar la nutrición

Farmamundi desarrolla en Perú un proyecto de cooperación que une salud, educación y gobierno local para mejorar la alimentación de la primera infancia

Cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, una fecha impulsada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que invita a reflexionar sobre cómo se producen, distribuyen y consumen los alimentos en el planeta y promover la transformación de los sistemas agroalimentarios hacia modelos más inclusivos, sostenibles y resilientes.

Este 2025, bajo el lema “Mano a la mano por unos alimentos y un futuro mejores”, la organización conmemora su 80º aniversario recordando que la seguridad alimentaria no puede lograrse en soledad pues requiere el compromiso transfronterizo, intergeneracional e intersectorial: gobiernos locales, organizaciones internacionales, personal sanitario y educativo, agricultores/as, investigadores/as, empresas y comunidades.  

En este contexto global, Pilpichaca, un distrito de la provincia de Huancavelica, en Perú, emerge como un ejemplo de lo que puede lograrse cuando la cooperación y el respeto intercultural se ponen al servicio del bienestar común.

Una alianza intersectorial para el bienestar de la niñez

A más de 4.000 metros de altitud, en un entorno marcado por el aislamiento geográfico, las bajas temperaturas y el limitado acceso a servicios básicos, Farmamundi trabaja junto a autoridades locales y comunidades para mejorar la nutrición y el desarrollo de la primera infancia, integrando saberes tradicionales con prácticas modernas.

El trabajo en Pilpichaca demuestra que la transformación de los sistemas alimentarios solo es posible cuando los sectores dialogan y se coordinan, muy en sintonía con lo que nos recuerda la FAO. Gracias a la articulación entre salud, educación y gobierno local, se ha revitalizado el Espacio de Articulación Local e incorporado herramientas de gestión que fortalecen la toma de decisiones conjuntas.

Una de las más destacadas es la implementación de la Tecnología de Decisiones Informadas (TDI), una herramienta que ayuda a los gobiernos locales y comunidades a tomar decisiones basadas en datos reales sobre salud y nutrición, especialmente para mejorar la alimentación y el desarrollo de los niños y niñas. Aprobada mediante ordenanza municipal, ha permitido unificar acciones y optimizar recursos para la primera infancia. Una de las acciones llevadas a cabo fue el suministro de antiparasitarios y hierro polimaltosado a más del 87% de la población infantil, fundamentales para prevenir la anemia y mejorar su desarrollo físico y cognitivo.

A ello se suma la adecuación de espacios y el equipamiento del personal de cinco Sistemas de Vigilancia Comunitaria en Salud (SIVICOS), impulsados por el Ministerio de Salud para acercar los servicios sanitarios a zonas rurales alejadas y vulnerables con presencia de agentes/as comunitarios de salud. Además, el fortalecimiento de capacidades de 28 operadores de salud y educación, junto con la formación de 24 agentes comunitarios, ha permitido garantizar una atención con calidad, calidez y pertinencia cultural.

“Pilpichaca demuestra que cuando las instituciones suman esfuerzos y trabajan de la mano, el bienestar de la niñez se convierte en una meta compartida y alcanzable”, afirma Isabel Trillo, coordinadora técnica de proyectos de Farmamundi en Perú.

Fitotoldos: donde crecen los alimentos y los lazos comunitarios

Los fitotoldos, pequeños huertos con una estructura similar a los invernaderos y adaptados al clima andino, representan otra de las piezas clave de este proyecto. Instalados en escuelas, establecimientos de salud y comunidades, estos espacios funcionan como laboratorios de aprendizaje y encuentro intergeneracional.

Padres, madres, cuidadores, personal docente, agentes comunitarios, niños y niños comparten saberes tradicionales y nuevas técnicas agrícolas, cultivando tanto alimentos como vínculos comunitarios.

Más allá de su aporte alimentario, los fitotoldos se han convertido en una herramienta pedagógica clave: a través del cultivo, los niños y niñas aprenden y desarrollan diferentes competencias como autonomía e identidad cultural, autorregulación de emociones y trabajo en equipo. Al mismo tiempo, más de 312 familias han mejorado su dieta con la incorporación de hortalizas frescas, difíciles de conseguir en el distrito de Pilpichaca por las condiciones geográficas y climatológicas, la altitud y el frío.

Salud, cultura e identidad

 La FAO insiste que la alimentación es más que nutrición. Es identidad, cultura y sostenibilidad. En este sentido, el proyecto ha integrado un enfoque intercultural, promoviendo el respeto a las prácticas locales de la cosmovisión andina, el uso de alimentos disponibles en el entorno, así como la adecuación de los servicios de salud.

El establecimiento de salud de Pilpichaca obtuvo el reconocimiento oficial de ‘Establecimiento con pertinencia cultural’ al adaptar su atención médica a la cultura, idioma, costumbres y formas de vida de la población local donde la mayoría es quechua hablante y mantiene tradiciones andinas.

Así lo explica Trillo: “Por ejemplo, el respeto de las costumbres y prácticas culturales se refleja en que las mujeres gestantes den a luz en posición vertical (parto vertical), con acompañamiento familiar y uso de plantas medicinales locales de forma complementaria al tratamiento médico extraídas del fitotoldo instalado en el establecimiento”. Además, diez centros de salud y escuelas han adecuado sus espacios físicos y simbólicos mediante tejidos, colores y símbolos culturales, generando ambientes familiares que refuerzan la identidad y el bienestar emocional de la comunidad.

Este proyecto, financiado por la Generalitat Valenciana bajo el nombre “Fortalecimiento y adecuación intersectorial de los servicios locales de atención primaria para promover el desarrollo infantil temprano”, es un ejemplo de cómo la articulación intersectorial e intercultural puede traducirse en políticas públicas locales más humanas y sostenibles.