Dos décadas de cooperación por el derecho a la salud en Centroamérica

Dos décadas de cooperación por el derecho a la salud en Centroamérica

La cooperación internacional en el ámbito de la salud ha experimentado una transformación significativa en las últimas dos décadas. Hablamos con Carlos Berrios, responsable de Farmamundi en Centroamérica, para conocer la evolución de la cooperación Norte-Sur en la región y los desafíos que quedan por resolver para garantizar el derecho a la salud.

Fortaleciendo la Atención Primaria en Salud

La cooperación norte-sur ha venido modificándose en el ámbito de salud, debido a varios factores, que incluyen entre otros a la financiación, el contexto sanitario, y las tendencias políticas, particularmente en las últimas dos décadas.

En 1996 Farmamundi comenzó a trabajar en Nicaragua, enfocándose en la mejora de los servicios de Atención Primaria en Salud (APS) y el abastecimiento de medicamentos esenciales. “Hemos puesto énfasis en el ámbito comunitario y su articulación al sistema institucional“, explica Berrios. Con programas en Guatemala, Honduras y Nicaragua, Farmamundi ha desarrollado estrategias de atención integral, prevención de enfermedades transmisibles, y programas de Salud Sexual y Reproductiva o Salud Materno Infantil.

Para el fortalecimiento de la APS también hemos dotado de insumos a promotoras y promotores comunitarios de salud, y realizado formaciones técnicas y de gestión a los equipos de salud de los ministerios y otras entidades estatales”, recuerda Carlos.

También destaca que la financiación ha disminuido desde la crisis financiera de 2008, y aunque la economía se ha recuperado, el apoyo financiero para la cooperación en salud no ha vuelto a sus niveles anteriores. “España apenas alcanza el 0,2% del 0,7% del PNB esperado por la OCDE“, señala Berrios.

Desafíos y oportunidades para la cooperación en salud

En la región de Centroamérica existen enfermedades transmisibles que habían sido controladas -aunque no erradicadas- y que ahora vuelven a presentar picos importantes. “Es el caso de la malaria y el dengue, que se suman al desafío sanitario de los siguientes años, junto a los problemas ya crónicos de salud de la región”. Algunos de estos problemas crónicos son la desnutrición y otros vinculados a la inseguridad alimentaria, la morbilidad y mortalidad vinculada a la maternidad y a la vez derivados de la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, el embarazo en adolescentes o la falta de acceso a agua potable y salud ambiental, entre otros.

La pandemia de COVID-19 reveló la fragilidad de los sistemas de salud, especialmente en los países del sur. Berrios subraya la importancia de la vigilancia epidemiológica, la organización comunitaria en la salud preventiva y la educación popular para enfrentar mejor no sólo las epidemias, sino la salud en general. “La cooperación se ha redirigido a temas urgentes, pero sin olvidar el desarrollo sostenible“, afirma. Las estrategias de cooperación en la región buscan fortalecer sus sistemas de salud y mejorar los indicadores a largo plazo.

Lecciones del Sur para el Norte

Berrios resalta que la falta de recursos financieros ha fomentado la creatividad y la búsqueda de soluciones costo-efectivas. Algunos ejemplos a resaltar, identificados a lo largo de dos décadas de ejecución de intervenciones de mejora de la salud, incluyen la creación de herramientas para la planificación en salud como Sistemas de Información Comunitaria.

Estos sistemas siguen siendo vigentes en zonas poco accesibles y aportan datos recopilados por recursos comunitarios, que alimentan la estadística institucional, y tienen gran importancia en su uso local pero también para la planificación sanitaria estatal”, señala Carlos, y añade que esta colaboración entre esfuerzos institucionales y comunitarios es un modelo que el Norte puede aprender del Sur.

Más importante aún, nos cuenta Berrios, es la estrategia de organización comunitaria:Gracias al trabajo de los y las promotoras de salud en las comunidades aumenta la base social del sistema de salud público ante las comunidades, pero también da reconocimiento social a la red comunitaria y su personal, el cual es muy importante para promover acciones preventivas y educativas en salud”, comenta.

Un futuro de colaboración y resiliencia

Estas dos décadas de trabajo de Farmamundi en Centroamérica han sido posibles en gran medida gracias a la cooperación descentralizada española, que ha dotado de recursos a muchos de los proyectos realizados. Es el caso de la Regidoria de Cooperació al Desenvolupament i Migració de l’Ajuntament de València, que apoya estrategias de desarrollo en la región, y que permiten el intercambio de buenas prácticas.

La conversación con el responsable regional de Farmamundi refleja un panorama de desafíos y esperanzas. La cooperación norte-sur en salud, aunque enfrenta obstáculos, se adapta y evoluciona para responder a las necesidades emergentes. Con un enfoque en la organización comunitaria y la atención primaria, Farmamundi y las entidades con las que colabora, buscan acompañar el fortalecimiento de sistemas de salud más fuertes y resilientes en Centroamérica. El intercambio de experiencias y estrategias entre el Norte y el Sur promete un futuro de colaboración y aprendizaje mutuo, donde la salud comunitaria se convierte en un pilar para el desarrollo sostenible y la equidad global.

Así pues, desde la perspectiva de la salud integral, desde Farmamundi, entendemos que existen diferentes factores que influyen en la garantía del derecho a la salud de las personas, como el género, la etnia, el área geográfica (rural/urbana) en que viven, su identidad y orientación sexual, su cultura y las políticas sanitarias. Para ello, el trabajo que realizamos no se orienta solamente a la mera atención de las necesidades físicas, sino que, debido a que entendemos las personas como seres biopsicosociales, espirituales y pertenecientes a diversas culturas, los y las promotoras comunitarias, el personal sanitario, las parteras que forman parte de Farmamundi, son personas autóctonas de las áreas en las que estamos presentes.

Poder contar con personas que conozcan las comunidades a las que brindamos apoyo sanitario, que conozcan su idioma, sus tradiciones, sus valores y creencias, permite realizar reales procesos comunitarios para la promoción de la salud. Además, el papel de las mujeres agentes de salud y enfermeras comunitarias en las áreas rurales es imprescindible para garantizar una atención sanitaria adecuada a todas aquellas mujeres cuyo acceso a los centros de salud es más complicado, más bien por distancias geográficas, por motivos económicos y por violencia de género.

 

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