Situación actual del acceso a los medicamentos en Guatemala y la alternativa de los fitofármacos
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Guatemala, al igual que otros países de Centroamérica, tiene una situación delicada en lo que respecta al acceso a los medicamentos, puesto que las disposiciones del Tratado de Libre Comercio, firmado entre Estados Unidos y los países de América Central, pueden tener consecuencias devastadoras en este ámbito.
Este tratado parece imponerse por encima de resoluciones internacionales, como la Declaración de Doha, firmada por los gobiernos que formaban parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 y en la que se confirmó el derecho de los países a usar plenamente las flexibilidades del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) para proteger la salud pública. Entre estas flexibilidades se establecieron las licencias obligatorias, que permiten que en caso de problema de salud pública, como lo es el SIDA, un país produzca el genérico del medicamento aún bajo patente, y las importaciones paralelas, que permiten que un país que no tiene capacidad de fabricar el genérico, lo pueda importar des de otro país.
Entre 2003 y 2005, Guatemala recibió muchas presiones por parte de Estados Unidos para que adoptase una legislación que facilitara el monopolio de la industria farmacéutica. En marzo de 2005, a pesar de una fuerte oposición por parte de grupos de la sociedad civil, el Congreso de Guatemala finalmente aprobó una enmienda que otorga una exclusividad de datos de un mínimo de 5 años a la industria farmacéutica, dejando así vía libre a la ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC). Esto impediría aprobar la comercialización de medicamentos genéricos en el país durante un periodo de entre 5 y 10 años, incluso cuando un medicamento no esté patentado, y conllevaría el monopolio de las compañías productoras de los fármacos originales e impediría el acceso de la población a medicamentos genéricos asequibles durante el mismo periodo.
Tal y como afirma Hugo Icú, director de la Asociación de Servicios Comunitarios de Salud (ASECSA), esto causaría una mayor producción, promoción, comercialización y consumo de medicamentos de marca comercial con protección, a precios elevadísimos.
En el peor de los casos, la nueva legislación impediría que los medicamentos genéricos entrasen en el mercado guatemalteco durante el periodo de exclusividad (de 5 a 10 años), aunque la compañía productora del fármaco original no vendiese ese producto en Guatemala. Esto significaría que los pacientes no tendrían acceso a algunos medicamentos durante como mínimo 5 años, ni siquiera a los productos de marca originales a precios desorbitados.
Convivencia de la medicina tradicional y la medicina alopática (o química) Un ejemplo de organización que lucha por el derecho a la salud de la población guatemalteca y para garantizar su acceso a los medicamentos es la Asociación de Servicios Comunitarios de Salud (ASECSA). Esta organización también promueve la Atención Primaria de Salud, a través de la formación de recursos humanos, la prestación de servicios de salud alternativos, el fortalecimiento de la infraestructura y la incidencia en las políticas públicas de salud.
Ante unos servicios públicos de salud que excluyen al 46% de la población, ASECSA ha implementado una red de Ventas Sociales de Medicamentos, cuyo objetivo fundamental es ofrecer a la población una fuente alternativa de medicamentos, tanto químicos como naturales, de calidad y a bajo coste, y promocionar su uso racional. Según el director de ASECSA, Hugo Icú, la medicina tradicional convive con la medicina convencional alopática (o química) en una relación de subordinación, exclusión y marginación, afirmando que la medicina alopática habla mal de la medicina tradicional y atemoriza a la población cuando la usa, mientras, la medicina tradicional reconoce las ventajas de la medicina alopática.
Según investigaciones realizadas por ASECSA, es la población quien decide a qué sector acudir durante su proceso de salud-enfermedad y en la mayor parte de los casos la población recurre en primera instancia a la medicina tradicional. También es cierto que para muchas personas es la única opción, ya que el paquete básico de servicios públicos de salud, deja sin atender los casos de emergencia, la población adolescente y joven, las personas que padecen enfermedades crónicas o degenerativas y la población de mayor edad. Por lo tanto, buena parte de la población no puede escoger otra forma de atender su salud por falta de servicios públicos y su única opción es la medicina tradicional, que en muchos casos atiende y resuelve sus problemas.
En cuanto al posible impacto de la protección de fitofármacos* bajo patente, Icú, afirma que puede originar una clara pérdida de la propiedad intelectual de los pueblos indígenas y conllevarles graves problemas en un futuro si se comercializan los recursos y conocimientos de la población, que utiliza cotidianamente las plantas medicinales que están a su alcance. En este sentido, se está abriendo una nueva discusión sobre las patentes y el conocimiento colectivo o la propiedad intelectual colectiva.
Por ahora, ASECSA no ha explorado en profundidad si los fitopreparados que produce compiten con los medicamentos de marca disponibles en el mercado, pero existen algunos casos concretos que sí lo hacen, como, por ejemplo, un antiparasitario a base de apazote, semilla de allote y semilla de aguacate, que compite con los fármacos alopáticos (químicos) tanto por lo que respecta al precio como a la confianza de las comunidades. Si se demuestran más casos como éste, el debate entre la industria farmacéutica y la propiedad intelectual colectiva no habrá hecho más que empezar.
Enlaces de interés: http://www.msf.es/images/CAFTA_InformeCongresoEEUU_040505_ES_tcm3-3514.pdf
* Fitofármaco es un medicamento natural a base de plantas medicinales. ASECSA rescata, valora, fortalece y promueve los conocimientos y la práctica de la medicina natural, como una alternativa accesible y culturalmente aceptable por las comunidades.
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