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“El gran problema del SIDA en África es la negación de la enfermedad”. Entrevista a la doctora liberiana Lily Sanvee


PRESENTACIÓN

La doctora liberiana Lily M. Sanvee, invitada por la campaña “La Salud en el Milenio: una firma pendiente” a participar en las mesas redondas del pasado 15 de diciembre, nos habló de la situación sanitaria de Liberia y, en especial, del Objetivo 6 “Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades”.

Médica cirujana formada en la Universidad de Liberia y en la Universidad de Navarra, en España, Lily M. Sanvee es actualmente la directora médica del Saint Joseph’s Catholic Hospital de Monrovia, la capital liberiana, y la coordinadora del programa de VIH/SIDA de este mismo centro, uno de los pocos que ofrece atención sanitaria a los más de 3 millones de habitantes del país.

Del mismo modo que sucede en el resto de África, también en Liberia el SIDA se ha convertido en un grave problema, no sólo sanitario sino también social y económico, que dificulta enormemente el desarrollo del país.


ENTREVISTA

En el año 1986 se diagnosticó el primer caso de VIH/SIDA en Liberia. ¿Cuál ha sido la evolución de la enfermedad?
El primer caso, es verdad, fue una mujer comerciante en el norte de Liberia en 1986 y un año después, en 1987, el gobierno empezó el “Programa Nacional de SIDA”.
Como ya sabe, hemos tenido 14 años de guerra por lo que la población está desplazada interna y externamente. La mayoría se concentra en la capital, Monrovia, y sus alrededores, y en esta gente se ven muchos casos de la enfermedad. Al resto del país no habíamos podido llegar a causa de la guerra, pero ahora que ha acabado estamos intentando, con el gobierno, ir a las 15 provincias del país. Por el momento, hemos llegado a 8, donde se están haciendo estudios demográficos y recogiendo datos. De momento la prevalencia oficial del SIDA es de 8,2% y la población de Liberia de 3,3 millones.

Del mismo modo que sucede en toda África Subsahariana, ¿están observando que las mujeres son un colectivo más afectado por la enfermedad, con más facilidad para contraerla?
La mayoría de las personas enfermas son mujeres, creo que en general es lo que pasa en todo el mundo, por el hecho de ser mujer en sí, pero también porque los hombres no quieren venir a hacerse la prueba. Aunque se enteren de que sus mujeres están infectadas prefieren ser los inocentes y que sea la mujer la enferma y la culpable de tener la enfermedad. Pero creo que con más educación es posible que más hombres se hagan la prueba y quizás se iguale la proporción, pero de momento es de 1 hombre infectado por cada 3 mujeres.

¿Cuál es el peso de los factores culturales en la evolución de la pandemia? ¿Nos podría poner algún ejemplo concreto?
Hay tradiciones culturales que conllevan conductas de riesgo. Por ejemplo, hay tribus que tienen por costumbre que cuando muere un hombre, su esposa pase a ser propiedad del hermano menor del difunto, pase a ser su esposa. El problema es que no sabemos el estado de salud del hombre ni tampoco el de la mujer, puede que haya muerto de SIDA y que la mujer esté también infectada, con lo que evitar la propagación resulta un poco complicado. Otro caso es el de los curanderos, que hacen rituales, como cortar la piel para tratar cualquier enfermedad, o que hacen la circuncisión en condiciones precarias. Hay casos de niños, por lo menos yo se de 2 o 3, que fue por circuncisión, fueron a un curandero que tenía 4 o 5 personas en línea y lo hizo con el mismo bisturí.

¿La circuncisión se practica también en mujeres?
Sí, y a diferencia de la masculina, la circuncisión femenina o ablación nunca se hace en el hospital, sino que la hacen señoras que dicen tener poderes. Es fácil, utilizando el mismo bisturí, que pasen la enfermedad entre las niñas. Lo que el gobierno, el “Programa Nacional de SIDA”, está haciendo para frenar esta costumbre es educar a la gente que la practica y, sobretodo, está informando de las muchas complicaciones que tiene para la salud de las mujeres.

Se han publicado estudios realizados en Kenya y Uganda que afirman que la circuncisión masculina puede disminuir un 52% el riesgo de infección por VIH. ¿Qué opina al respecto?
En Liberia casi todos los niños son circuncidados a las 2 semanas de vida, así que prácticamente no tenemos casos de hombres que no estén circuncidados para poder hacer la comparativa entre unos y otros. Pero bueno, es posible, porqué sin circuncisión tenemos la piel y se pueden acumular fluidos y facilitar el contagio. Pero como se trata de un estudio debemos ser prudentes y esperar a tener más datos.

¿Qué papel está jugando la sociedad civil? ¿Se está organizando?
No, que yo sepa. Pero hay una ONG liberiana que se encarga de los huérfanos. Los dejan en casa de sus familiares y les ayudan con comida, llevándoles al hospital e, incluso, los mandan a la escuela, pero sin sacarlos de su familia y de su entorno. También tenemos las hermanas de Charity, de la comunidad de la madre Teresa, que se encargan de acoger a los enfermos de SIDA abandonados por sus familias, les cuidan e, incluso, aunque mejoren y regresen a sus casas les siguen alimentado. Si mueren se encargan del entierro y de todos los costes.

¿Sigue siendo una enfermedad muy tabú o empieza ya hablarse del tema?
El gran problema que tenemos es la negación de la enfermedad por parte de la población, resulta difícil hacer la prueba voluntaria a la gente. Pero el Programa Nacional ha invertido muchos esfuerzos en informar y ahora parece que la gente está respondiendo un poco mejor. Hay 18 centros que hacen pruebas voluntarias del VIH/SIDA y cada vez más gente acude a ellos. El problema es que, a menudo, se hacen la prueba pero después tienen miedo, entran en depresiones, y algunos hacen lo que no deben e infectan a más gente. Los hombres no lo dicen a sus esposas y viceversa. Es más fácil que la mujer lo diga al hombre que no al revés, los hombres son los más reticentes: nunca quieren saber, nunca quieren decir a su mujer que tienen la enfermedad.

Nos comentaba que el Gobierno creó en 1987 el Programa Nacional de lucha contra el SIDA, ¿qué estrategias han sido implementadas? ¿Están dando resultados?
Un pilar importante del Programa es la Información, Educación y Comunicación (IEC) para generar un cambio de actitudes en la población, incluso en los niños y niñas. Ahora ya se está hablando del SIDA en las escuelas, por lo menos para que estos niños y niñas estén informados y además puedan hablar con sus padres y madres y provocar un cambio de actitudes en las familias.
El Programa también asegura que la sangre para transfusiones no está infectada. Además, otra estrategia es la prevención vertical, para evitar el contagio entre madres y bebés. De momento no se ha empezado a lo grande, sólo hay dos centros que estén haciendo prevención vertical, el Hospital Católico y otro en el norte del país, que lo lleva Médicos Sin Fronteras de Holanda. Bueno, hay también otro de concesión, que acaba de empezar, el Firestone Hospital, pero la mayoría de los casos los tratamos en el Hospital Católico.

Nos hablaba usted de estos otros hospitales privados y concertados… después de 14 años de guerra civil ¿Cuál es la situación del sistema sanitario en el país?
La mayoría de los hospitales son religiosos o están en manos de ONG internacionales. Durante la guerra, el hospital de referencia del gobierno fue cerrado y el único que siguió funcionando fue el Hospital Católico en Monrovia, que pasó a ser el hospital de referencia nacional. Todas las clínicas y hospitales, si tenían casos complicados, nos los referían al Hospital Católico.
El nuevo gobierno ha empezado a abrir hospitales, uno de estos está en Monrovia, un hospital público con 600 camas que quiere ser el nuevo hospital de referencia del país. Además, está abriendo hospitales que fueron destruidos durante la guerra en las provincias, para poder empezar a tratar a la gente en el resto de zonas del país.

El Saint Joseph’s Catholic Hospital que usted dirige fue fundado por la orden religiosa San Juan de Díos. ¿Actualmente, cómo se financia?
El hospital funciona con donaciones de varios sitios, especialmente de San Juan de Díos de Madrid, de Manos Unidas, de Farmacèutics Mundi y otras organizaciones a las que pedimos ayuda. También hay personas particulares que nos dan material, dinero, etc.
La gente que viene al hospital es pobre y no puede pagar las visitas, pero hay un precio mínimo, equivalente a 3 dólares americanos, para las pruebas de laboratorio y los rayos X, lo demás es gratis.
No recibimos nada del gobierno. Desde que se fundó el hospital en 1963 el gobierno siempre había pensado que, al ser un hospital católico, teníamos dinero suficiente, pero ahora ya les hemos explicado nuestra situación, que la gente ya está cansada de darnos todo el tiempo y que tenemos problemas para poder pagar los sueldos a los empleados y, según parece, empezará a darnos algo.

Empezó como voluntaria en el Saint Joseph’s Catholic Hospital y ahora es la directora, creo que su historia es un vivo reflejo de la evolución del país…
Efectivamente, empecé como voluntaria durante la guerra. En el verano de 1990, yo trabajaba en una clínica privada, y el 2 de julio, cuando estalló la guerra, fui a trabajar y no pude regresar a casa. Así que me fui al Hospital Católico y me quedé con los hermanos. Empecé ayudando a operar a los heridos, porque mi especialidad es la cirugía, hasta que nos forzaron a salir del país, pero en noviembre los hermanos regresaron de nuevo, aunque no fue hasta abril de 1991 que volvió a funcionar como hospital. Yo no estaba en el país, me encontraba desplazada en Togo, pero me encontré a uno de los hermanos que me dijo que me estaban buscando, así que regresé y empecé a trabajar otra vez como voluntaria. Al principio me daban comida y más adelante empezaron a pagarme unos 100 dólares liberianos, así salimos del paso, poco a poco, hasta que me propusieron formar parte del equipo médico contratado. Empezamos en 1991 siendo tres médicos y ahora somos siete. En 1994, el director dijo que ya no podía más, creo que estaba traumatizado, y los hermanos me propusieron ser la directora. De entrada les dije que no, que no podía hacerlo, pero me insistieron y al final les dije que lo probaría durante 6 meses. Con el apoyo de los hermanos, los 6 meses se han convertido ya en 12 años.

Ahora que estamos a mitad de camino de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ¿prevé que se puedan alcanzar en Liberia, y en especial el objetivo 6 referente al SIDA, de aquí al año 2015?
Yo creo que sí, que se pueden cumplir, pero lo que hace falta es el interés, no sólo de los médicos sino también el interés político. Si involucramos a los políticos en esto y ven que es algo real, se centraran en el SIDA. Me alegro que la Presidenta de Liberia sea también la presidenta de la comisión de SIDA del país, esto influirá muchísimo porque nuestros políticos están muy influenciados por lo que dice y hace la Presidenta.
Además hay mucha gente en Monrovia que está participando en el Programa Nacional de SIDA. Ha llegado Clinton Foundation, Global Strategy de Estados Unidos, etc. También las ONGD están abordando este tema, no sólo con la idea de cuidar a las personas enfermas sino, también, de atacar de manera global el problema del SIDA. Creo que vamos por el buen camino.

Acaba de mencionar algunas organizaciones estadounidenses e, incluso, al propio gobierno de Estados Unidos. Éste impulsa unos programas de lucha contra el SIDA en los que el uso del preservativo no es algo prioritario ¿cuál es la posición de un hospital católico como el Saint Joseph’s respecto al uso del preservativo?
Lo promocionamos porque, aunque es un hospital católico, frente a la realidad sabemos que sin preservativos sólo vamos a conseguir más personas infectadas. Educamos a la gente en el uso del preservativo, aunque no lo damos directamente, pero informamos, lo promocionamos y decimos a la gente donde conseguirlos gratuitamente.
Es una enfermedad muy grave y siendo católicos no podemos negarnos y no luchar contra ella con todas las armas, incluido el preservativo, sería una contradicción. Los hermanos saben que hablamos de esto y no hay ningún problema.

¿Es posible frenar la expansión del SIDA en África?
Yo soy optimista y creo que sí, pero debemos trabajar conjuntamente. Me alegro que la Comunidad de Salud de África-Oeste hiciera una primera reunión el pasado noviembre en Sierra Leona, a la que tuve la suerte de asistir, y donde se habló de cómo podemos unirnos y ayudarnos unos a otros. Por ejemplo, hay mucho movimiento de gente entre países, por lo que tenemos que poner en marcha un mecanismo, una tarjeta por ejemplo, que identifique a la persona enferma y le permita recibir tratamiento en Liberia, Nigeria, Ghana o donde sea, que pueda ser tratada gratis, sin necesidad de volver a hacerse la prueba del VIH.
También se está estudiando si, en vez de comprar cada país sus medicamentos, podemos hacer sinergias y juntarnos los 15 países de África-Oeste y comprar como un grupo, a precios más baratos. O el tema del personal sanitario. Algunos países tiene más especialistas que otros y, en vez de traerlos de Europa, deberíamos colaborar entre nosotros, así los costes serían muy inferiores. Debemos organizarnos y tratar de aprender los unos de los otros.


Esta entrevista se realizó el 15 de diciembre de 2006 en el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya, en Barcelona.

Margarida Garcia Ruiz
"La Salud el Milenio: una firma pendiente"