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La adaptabilidad del parásito de la malaria
Las cepas virulentas del parásito de la malaria han aumentado su resistencia a la cloroquina, el fármaco usado más habitualmente para combatir la enfermedad. Es por ello que varios millones de niños y niñas, mayoritariamente africanos, mueren cada año, pese a que muchos de sus padres compran desesperadamente fármacos pensando que serán eficaces para detener la enfermedad.

9 de noviembre de 2006


La parte económica de la situación es trágica. La dosis diaria de cloroquina tiene un coste de 10 céntimos de dólar, cantidad que la gente pobre se puede permitir. Fármacos tan efectivos como la artemisimina (el fármaco con unas mayores velocidades de actuación y eliminación, y que se administra en combinación con medicamentos más antiguos, para que no sea víctima también de la aparición de resistencias) tienen un coste diario de 2.50 dólares. En el caso de que nosotros cobráramos 2 dólares al día, como le ocurre a la mayoría de persones que viven en África, que opción escogeríamos?

La edición de hoy del New England Journal of Medicine contiene un reportaje sobre Malawi que muestra que si el uso de la cloroquina se detuviera durante una década aproximadamente, el parásito de la malaria evolucionaría de tal forma que volvería a ser sensible a al acción del fármaco. Se da la circunstancia de que la mutación genética que le da al parásito la resistencia a al cloroquina, lo convierte en un organismo ligeramente más débil. En ausencia, pues, de la presión selectiva del fármaco, las cepas sensibles a cloroquina (más fuertes que las cepas resistentes) retomarían su dominancia en el conjunto de la población.

Deberíamos entonces reintroducir la cloroquina en aquellos países que están siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y que están utilizando la terapia con artemisimina combinada con otros fármacos para tratar la malaria? “Rotundamente, no” dice Nicholas White, de Mahidol University en Bangkok, probablemente el principal malariólogo del mundo. Mediante uno de sus artículos, White indica que “si la cloroquina se reintrodujera aisladamente, sin combinarla con otros fármacos, los parásitos resistentes reaparecerían rápidamente, importados de personas portadoras de áreas próximas”. Él mantiene la esperanza de que la cloroquina puede volver a ser un fármaco efectivo, siempre que se detenga su uso en todo el mundo durante un periodo prolongado de tiempo: “Debe marcharse antes de que pueda volver”.

Mientras tanto, el Banco Mundial y otras organizaciones de ayuda multilateral están haciendo esfuerzos para implementar el contenido del informe de 2004 del Institute of Medicine, el cual instaba a crear un fondo mundial para comprar 500 millones de dosis por año de ATC (tratamientos combinados de artemisimina) para los países en vías de desarrollo (que tendría un coste de 1.5 millones de dólares por año, aproximadamente). Esta autoridad central podría distribuir después estos fármacos a través de los mismos canales que utiliza para distribuir la cloroquina, y sin coste añadido.

De esta manera, las madres desesperadas de los 2 millones de niños y niñas que mueren cada año podrían, no sólo permitirse poder comprar los fármacos para sus hijos, sino asegurarse también de que estos harán su efecto contra la enfermedad.


Fuente: e-drugs (http://list.healthnet.org/mailman/listinfo/e-drug)